En algún momento de todas nuestras vidas, probablemente en muchas ocasiones, es probable que tengamos que tener una conversación sobre la muerte. Ya sea dando la noticia de que un amigo o pariente ha muerto o respondiendo las preguntas de los niños. Son muchas las situaciones en las que, por mucho que queramos evitarlo, se presenta el tema de la muerte.

¿POR QUÉ HABLAR DE LA MUERTE?
La pregunta es, ¿por qué nos resulta tan difícil hablar de ello?
El pensamiento mágico es la creencia de que los propios pensamientos, deseos o anhelos pueden influir en el mundo exterior. Es común en los niños, pero persiste para muchos hasta la edad adulta, ya sea consciente o inconscientemente (¿cuántos de nosotros rápidamente ‘tocamos madera’ cuando hablamos de un posible resultado negativo?) Aunque racionalmente sabemos que no hablar de la muerte no la hace menos probable que suceda, preferimos no arriesgarnos.
Miedo a molestar a los demás: según el Journal of Abnormal & Social Psychology (1961), la razón más común por la que los humanos temen su propia muerte es el dolor que traerá a sus seres queridos. No es de extrañar, entonces, que evitemos hablar de ello. Cuando se trata de la muerte de otros, pocos de nosotros disfrutamos dando malas noticias; incluso podemos temer una respuesta de ‘disparar al mensajero’ y preferir que otra persona dé la noticia, o eludir el tema con eufemismos.
Sentir que es grosero o indecoroso: a menudo se dice que los victorianos eran buenos hablando de la muerte pero terribles hablando de sexo y que en nuestro mundo moderno del siglo XXI hemos experimentado un cambio total. Hay un contexto cultural e histórico para esto, al menos en el mundo occidental; la enorme escala de muertes prematuras en la primera mitad del siglo XX como consecuencia de dos devastadoras guerras mundiales y la epidemia de gripe española, llevó a una suerte de abotonamiento colectivo de la emoción en lo que a muerte y duelo se refería, simplemente para seguir funcionando como sociedad. La mentalidad de ‘labio superior rígido’ nació de la pérdida y la privación, pero aún persiste, hasta cierto punto, en la actualidad.
Todos los anteriores son temores válidos y comprensibles. Sin embargo, el hecho es que la muerte nos sucederá a todos, y no hablar de ello definitivamente no la evitará. Sin embargo, tener conversaciones abiertas y honestas sobre la muerte puede hacer que una situación difícil sea un poco más fácil para nuestros seres queridos cuando llegue el momento; e incluso puede conducir a relaciones más significativas mientras estamos vivos.
It doesn\’t get any more difficult to divroce and split the property than in the Bear state…
Believe me, as a divorce lawayer in Alabama I stringly disagree!